nuestras sombras

Pensaban que no llegaríamos, lo se, como siempre pensando mal. Igual que el loco de Vargas Llosa que no se conformó con ser premio Novel e irse de joda sino que tira mala onda con el fin de la especie.

Rata Vargas.

Sos Rata, y te lo digo así, de una.

Ni don Rigoberto de va a salvar tengo una noche llena de sombras.

Y no son las sombras del viento, eso es más viejo que la humedad y lo mío es otra cosa.

Si les cuento de las sombras es algo así como eso que te queda clavado y no sube ni baja.

No digas que no entendés de que te hablo, no voy a creerte si me decís que nunca te pasó.

Fijate, el otro día en medio de un sueño felinezco, me venían a visitar a un sanatorio en el cual me había obstinado por permanecer, si, ya me habían dado el alta médica. La cosa que yo seguía ahí, sin pan ni agua y llegaba mi supuesta familia a visitarme. Y acá la mejor parte. Adelante mi madre, ella, si,  la muy jodida siempre en la primera fila y atrás estaban  los demás. Uno seguro, pero como una sobra que parecía mi padre. Ves, ni siquiera te diste cuenta del lapsus. Dije sobra. Y no es sobra es sombra, la de mi padre. Pobre no creo que me lea pero por las dudas aclaro que nunca fue una sobra.

Imagen sobre imagen, una más nitida y la de fondo puramente difusa.

Ni siquiera puedo decirles que fue un juego de imaginación, no saben como me gustaría saber que estoy definitivamente loco. Pero no.

Las sombras son así. Y el foco lo ponía yo. Tu foco seguramente hubiera sido otro? Vamos no seas tan evasivo tenés que decirme. Qué no sabés? En fin, cómo que no te voy a creer si a  la mitad de lo que le ponemos palabras son verdades bien mentidas y el resto sombras de lo que nisiquiera podemos nombrar. Te creo, te creo.

No me gustaría que quedaran pensando que es lo mismo ver que escribir acerca de lo que se vio.

Fa, eso ni ahí.

No he logrado convercerlos?

Tercos, tercos, como esas sombras que ni siquiera logré escribir.

Sólo se me montaron encima como  parte de ésta  noche.

Y creo que fueron nuestras.